Trabajo realizado por Rodrigo Casas.
El Museo del Prado
cuenta con una copia de la Mona Lisa contemporánea a la del Louvre.
Hasta fechas recientes,
esta pintura era considerada como una más de las muchas versiones existentes
del célebre cuadro homónimo de Leonardo da Vinci conservado en el Museo del
Louvre, del que se diferenciaba ante todo por el fondo negro, la menor calidad
del dibujo y la ausencia del característico sfumatoleonardesco. Procede de la
colección real, donde probablemente se registra ya en 1666 en la Galería del
Mediodía del Alcázar como una ''mujer de mano de Leonardo Abince''.
El estudio técnico y
la restauración realizados entre 2011 y 2012 han revelado, sin embargo, que se
trata de la copia de la Mona Lisa más temprana conocida hasta el momento y uno
de los testimonios más significativos de los
procedimientos de Leonardo. La existencia del paisaje bajo el fondo oscuro se
detectó a través de una reflectografía infrarroja y una radiografía. Análisis
posteriores permitieron detectar que el repinte era posterior a 1750 y que
debajo se conservaba el paisaje original en buen estado, aunque inacabado en
algunas zonas, lo que pudo ser la causa de su enmascaramiento.
Los materiales utilizados son de gran calidad y su factura es muy cuidada, a pesar de la inferior calidad respecto al original. Pero su mayor interés reside en que, desde el dibujo preparatorio y hasta casi los últimos estadios se repite el proceso creativo del original. Las dimensiones de ambas figuras son idénticas y fueron quizá calcadas partiendo del mismo cartón. La prueba más evidente de que las dos obras fueron realizadas al mismo tiempo es que cada una de las correcciones del dibujo subyacente original se repite en la versión del Prado, lo que demuestra que su autor tuvo en cuenta elementos que Leonardo dibujó en las capas subyacentes pero no incluyó en la superficie.
Todos estos elementos apuntan a un miembro del taller de Leonardo, próximo a Salai o a Francesco Melzi, los alumnos más cercanos al maestro y que tenían acceso directo a sus dibujos de paisaje.
Los materiales utilizados son de gran calidad y su factura es muy cuidada, a pesar de la inferior calidad respecto al original. Pero su mayor interés reside en que, desde el dibujo preparatorio y hasta casi los últimos estadios se repite el proceso creativo del original. Las dimensiones de ambas figuras son idénticas y fueron quizá calcadas partiendo del mismo cartón. La prueba más evidente de que las dos obras fueron realizadas al mismo tiempo es que cada una de las correcciones del dibujo subyacente original se repite en la versión del Prado, lo que demuestra que su autor tuvo en cuenta elementos que Leonardo dibujó en las capas subyacentes pero no incluyó en la superficie.
Todos estos elementos apuntan a un miembro del taller de Leonardo, próximo a Salai o a Francesco Melzi, los alumnos más cercanos al maestro y que tenían acceso directo a sus dibujos de paisaje.
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